domingo, 22 de noviembre de 2009

SUEÑO

MARINA ARÉVALO
Un concierto de ranas y grillos se desgrana hiriente, violento en la noche recién estrenada.
Del fondo de la calle se recorta una figura ágil, delgada, sobre una bicicleta blanca, con lunares de barro
Una mochila cargada con gambetas y goles, botines gastados en verdes infinitos, y sed de fama y aplausos .
Donde termina el pueblo, un estadio enorme lo aguarda.
Las luces se encienden, la gente aúlla, rumores de gloria lo aturden,una lluvia interminable de papelitos de colores lo cubre, vitorean su nombre. Corre , elude un rival, otro, otro, se perfila, patea con la fuerza incontenible de su juventud, sale la pelota como una saeta y se pierde en la bruma de los sueños.
Una mueca de dolor, se adivina en su rostro, dos lágrimas, tibias recorren un surco de piel y sal, estira su mano y aprieta con fuerza los músculos sin vida, estériles, mustios.
Esa mitad de su cuerpo siente que no le pertenece, es ajena, indomable, innecesaria, hasta inútil.
El arco del cielo se perfila con colores y formas inusuales, y en un suspiro enorme se escapó urgente y fue el goleador en ciernes , allá lejos, muy lejos de la tierra en donde todo le estaba vedado.

lunes, 16 de noviembre de 2009

LOS OJOS...

Los granos finos, blancos, caen desde el tobogán mágico de plata. Se sumergen en el líquido ambarino y danzan al compás de los veleros blancos.
Mis labios extasiados se entregan al tibio beso que se estrella en el pocillo. Mis ojos dibujan un oasis de miel y caramelo sobre el mantel, el pan dorado, apetitoso, crujiente, se escapa como un misil de la tostadora, y esas frutillas rojas, brillantes, con gotitas de rocío en su piel se convierten en mermelada.
Mis manos son pájaros bailarines tejiendo deseos, mis pies se elevan danzando misteriosos, mi cuerpo gira como un trompo, canto, silbo, vago por el jardín besando margaritas, sigo girando, bailando, alienada, frágil, leve como una pluma.
El tiempo se diluye en el antiguo reloj de arena, y unos ojitos profundos, aromados de tristeza, se asoman a mi presente
De una bofetada me imponen una realidad que yo evadí, displicente, egoísta.
Mi dieta baja en calorías, exenta de azúcar, la suya carente de ingredientes, poca cantidad de todo con silbidos en la panza, mofletes desinflados, piecitos desnudos sudando barro.
En sus cortas vidas se anudan el dolor y la pena de un destino que no eligieron, se enquista en sus entrañas el hambre cotidiano, y paren todos los días corazas de ternura para protegerse del mundo.
Llueven en tus pestañas espesas lágrimas por una infancia que se escapó presurosa sin aviso.
Despatarrada, desaliñada, juro y recontrajuro que nunca más usaré ese endulzante idiotizador realista
El aroma de la infusión me subyuga, bebo lentamente y cada sorbo me recuerda la sed de muchos y salgo a la vida , como el quijote a luchar contra los molinos de viento, por ellos, por nosotros por los que vendrán. Quijote moderno que intenta traerle alegría a esos ojitos traviesos que se olvidaron la risa.

SOLEDAD.-

SOLEDAD

El sol hace equilibrio en el cielo.La piel se consume en llamas.Rasga su vestido , ensaya vuelos libres. Sus labios, anhelantes buscan un manantial de luz, sus manos son palomas que dibujan caricias en una geografía desconocida.
Despojada recorre con los labios la otra piel salvaje. Se enlazan los cuerpos, un río de caricias calma las sedes.Un beso corona una frente, y todo se estremece.
Marcados a fuego, se dispersan en el aire.Se rasguñan las entrañas de besos de sal, y en el horizonte el sol se despide envuelto en llamas.
Tenues mariposas escapan buscando una ilusión. Una de las pieles despierta abrigada por el amor, y piensa en un mañana y en un siempre.
Pero la noche la encuentra sola.
Se diluye en el rayo de la luna el juramento. Un nudo de soledad se descuelga de una estrella viajera y se anida en uno de los corazones.
El otro corazón, aún sueña.

FRÍO, PÓLVORA Y VIOLÍN

Frío, pólvora y violín
Zoilo se desliza por las calles arboladas. Acaricia y besa los capullos de las flores. Bailotea descalzo alrededor de la plaza grande en busca de una moneda y un aplauso. Guarda su violín sin cuerdas en el hueco del árbol. Con una caña y un sueño enhebra las notas.
A muy pocos se lo cuenta. Y cuando lo hace, sus ojos se nublan de pólvora y sangre. Entonces arma un cigarro y se va. El viento se lleva sus penas embolsadas y la piel se le agrieta hasta sangrar. Él vivió las bombas y las metrallas y sus pies se congelaron hasta dolerle.
Tenía hambre y sed y los zapatos rotos. Soñaba con un castillo enorme de chocolate que le sirviese de refugio, para dormir ahí, abrigado, y volver a ser niño y remontar barriletes hasta las nubes. Se acurruca sobre sus rodillas y es un espiral humano sobre la escalinata blanca del amanecer que no llega nunca.
Zoilo tiene un monumento que les hicieron con un montón de llaves viejas. Pero no le sirve porque no aplaude, no le habla, no lo mira. No lo mima.